Un funcionario que se reunió los últimos días con Federico Sturzenegger se fue arrepentido de haber conocido al flamante ministro de reforma del Estado.
«Ahora estoy más afuera del gobierno que antes de conocerlo», se lamentó el funcionario. La sensación se extiende a todas las áreas del gabinete: nadie sabe hasta donde llega el ajuste que diseña el ex titular del Banco Central. «Pensaron que venía por Toto pero viene por todos», dicen en el gobierno.
El propio Milei le dió cuerda a quien llama «el coloso», que vino con la misión de desregular el Estado, pero que en rigor parece más interesado en desmontarlo, como dijo el propio Milei cuando de autocalificó como un «topo» que se mete en el gobierno para detonarlo desde adentro.
Sin embargo la tarea no parece sencilla. Hasta ahora Sturzenegger no pudo demostrar grandes cambios y su gestión se limito a pequeños anuncios que lejos están de la grandilocuencia del DNU de diciembre.
Liberación de drones, cierre del Inadi supuestamente ya cerrado, y una «ley hojarasca» que aún no llegó ni al Congreso, son algunos de los temas que trato de instalar el ministro que llegaba para cargarse a Toto Caputo. Pero la lectura en la Casa Rosada es que va a ir de menos a mas. «Va a tener más centralidad», admitieron a LPO en la Rosada.
La perdida del impulso reformista que asomaba tras el DNU y la ley bases, algunos libertarios la explican como parte del desgaste de la gestión de Milei.
Sin embargo, más allá de los anuncios de su cartera, Sturzenegger se toma atribuciones solo equiparables a las de un jefe de Gabinete. Ya empezó a meterse en el ministerio de Defensa de Luis Petri y en el de seguridad de Patricia Bullrich. En todas las áreas en las que se inmiscuye lo hace con la misma premisa: achicar el Estado, eliminar reparticiones.
