Kamala Harris quiere hacer historia. Ocho años después de que Hillary Clinton quedase a las puertas de convertirse en la primera presidenta de los Estados Unidos, la actual vicepresidenta retomó con fuerza el testigo demócrata y busca alcanzar un hito en la política norteamericana.
Con 60 años recién cumplidos, Harris no solo sería la primera mujer en asumir la presidencia en caso de ganar las elecciones de este martes frente a su rival republicano, Donald Trump. Para las futuras generaciones, su eventual triunfo dejaría la marca de haber sido además la primera mujer negra y de origen sudasiático en asumir las riendas de la Casa Blanca.
Su victoria sería así comparable con la llegada al poder de Barack Obama en 2009 como el primer mandatario negro de un país donde la división racial, con un fuerte componente racista, sigue siendo un problema latente.
Una candidatura inesperada
Harris no buscó llegar a la presidencia este año. Su postulación le cayó encima por el peso de la debacle cognitiva y física del presidente, Joe Biden, ganador de las primarias demócratas. Pero la pésima actuación del mandatario en el debate presidencial de fines de junio desencadenó una enorme crisis en el partido oficialista que terminó con la renuncia de Biden a su búsqueda de la reelección.
A poco más de cuatro meses de los comicios, no había tiempo para debates ni luchas internas. La vicepresidenta quedó entonces como la reemplazante natural de su jefe político. Era hasta entonces una figura de segundo orden, sin popularidad y cuestionada por su pobre rol en el control de la crisis migratoria desatada en la frontera con México que le había encomendado el propio presidente.
Todos creían entonces que sucumbiría ante Trump y mucho más después que el magnate republicano sobrevivió al primero de los dos atentados contra su vida.
Pero Harris, de a poco, logró revertir la ventaja que había cosechado el magnate neoyorquino en las encuestas. Incluso, lo superó en varios tramos del segundo debate presidencial de septiembre cuando se vio a Trump a la defensiva. La vicepresidenta demostró entonces que era una candidata fuerte. El magnate neoyorquino decidió que no habría otro debate. Adujo que solo los que pierden buscan repetir un intercambio de ideas televisado, pero en el ambiente político y mediático se sobreentendió que otro debate solo favorecería a la vicepresidenta.
Hoy, los sondeos vaticinan un final reñido, incluso con un mayor número de votos total para Harris que no le servirían para llegar a la Casa Blanca. En Estados Unidos rige un sistema de votación indirecto que se define en el Colegio Electoral. No gana quien obtenga un mayor caudal de votos, sino el que logre un mayor número de electores.
¿Quién es Kamala Harris?
Hasta hace poco, Harris era más conocida por sus desenfrenadas carcajadas que por su ideario político, caracterizado por su progresismo pragmático en temas sociales y económicos y con una posición firme a favor del aborto que le ha traído muchos ataques del ala conservadora republicana.
Pero más allá de su escasa popularidad entre el electorado, sus seguidores destacan que ha pasado toda su carrera rompiendo barreras. De hecho, en California, fue la primera mujer en encabezar la fiscalía del Estado. Pero también fue la primera mujer negra californiana en el Senado estadounidense y la segunda del país, solo detrás de Carol Moseley Braun, de Illinois.
Trump aprovechó cada oportunidad que tuvo para atacarla. La tildó de “loca, lunática y comunista” y sugirió que irrumpió en la carrera política por un romance juvenil que mantuvo con el exalcalde de San Francisco Willie Brown.
Su biografía oficial señala que nació en Oakland, California. Es hija de inmigrantes jamaicanos e indios. Desde muy pequeña, asistió a una iglesia bautista negra y a un templo hindú. Su nombre proviene de la palabra sánscrita que significa flor de loto.
Se graduó de la Universidad de Howard y de la Escuela de Derecho de Hastings de la Universidad de California. Está casada con el abogado Douglas Emhoff.
Tras ocupar puestos en la sede municipal de San Francisco, asumió en 2004 como fiscal del distrito de esa ciudad y seis años después como fiscal general de California.
En su carrera política, asumió como senadora en 2017 y finalmente como vicepresidenta de los Estados Unidos en 2020. Ahora, quiere hacer historia y ser la primera mujer en tomar el timón de la Casa Blanca.