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Bienestar

Sé tu propio filósofo: creá tus propios mantras, una práctica para mejorar nuestras vidas

¿Qué frases guían tu vida? ¿Por qué crear nuestras propias máximas puede ser el inicio de una filosofía a medida que necesitamos manifestar?

“Después de todo tú eres tu única muralla. Si no te saltás nunca darás un sólo paso”, canta Spinetta. Yo tengo este fragmento de su canción pegado en el corcho de una pared de mi oficina, para no olvidarlo jamás. Me escribí a mano alzada otras frases. ”La vida te pone donde te necesita”, y una más muy conocida: “Si no soy yo, ¿quién? Si no es aquí, ¿dónde? Si no es ahora,¿cuándo?”

Algunas de estas máximas que hice propias, las voy cambiando. Cuando ya las tengo incorporadas en mi diálogo interno y siento que las hice carne, empiezo a practicar con otras.

Una de las afirmaciones que me sostuvo en los momentos más tensos de mi vida fue: “Nada real puede ser amenazado. Nada irreal existe. En eso consiste la paz de Dios”. La tomé de Un curso de Milagros, ese libro que nos ha acompañado a tantos de nosotros. Siempre que se manifiesta alguna experiencia límite, la frase vuelve a mí por sí sola y me ayuda a reconfigurar el presente. La pronuncio, la recito en mi mente y le hago lugar como la regente de ese tiempo. Entonces la posición frente a lo que sucede se empieza a reconfigurar.

Las palabras tienen poder, pero logran mayor transformación cuando de verdad nos comprometemos con ellas y las ponemos a trabajar desde nuestro interior, sosteniéndolas ante las pruebas que nos trae la vida y tomándolas como una guía propia que nos permita elegir mejor.

Muchos de nosotros hacemos esto de forma constante y tal vez ignoramos que es una de las prácticas más valiosas que recomiendan los filósofos del estoicismo. Epicteto, Marco Aurelio y Séneca recurrían constantemente a máximas y reflexiones que les ayudaban a navegar por la vida, mantenerse serenos ante la adversidad y centrarse en lo que realmente está bajo su control.

“Nada real puede ser amenazado. Nada irreal existe. En eso consiste la paz de Dios”

Los estoicos afirman que las frases de sostén que uno mismo crea o elige tienen un valor especial, ya que emergen de nuestras propias experiencias y necesidades. Estas máximas pueden actuar como recordatorios internos de la sabiduría que vamos ganando a lo largo de los años. Marco Aurelio, en su célebre libro Meditaciones, las tomaba no eran solo para enseñar a otros, sino para recordarse a sí mismo cómo quería vivir.

Filosofía práctica o práctica filosófica para mejorar nuestra vida

Según él, cuando creamos nuestras propias frases de sostén, estamos personalizando nuestras virtudes y las experiencias que nos llevaron a ganar sabiduría, coraje y templanza. Recordamos esos momentos en que pudimos actuar desde el mayor bien y nos damos cuenta de que tenemos nuestras propias herramientas, nuestras propias leyes desde las cuales poder dar un próximo paso. Las máximas que creamos o elegimos funcionan como anclas y nos permiten vivir los acontecimientos diarios y extraordinarios con más conciencia, ya que están hechas a nuestra propia forma.

Por supuesto que Marco Aurelio, como tantos otros, no necesitaba buscar frases fuera de sí mismo. Las encontraba en la reflexión constante sobre su vida y en su capacidad para observar sus pensamientos. Era una forma de poner en práctica la filosofía. A esto nos convocan los Estoicos, a que la filosofía sea manifestada en nuestros actos.

El mantra es una práctica filosófica que ayuda a calmarse en momentos de ansiedad. (Foto: Adobe Stock)
El mantra es una práctica filosófica que ayuda a calmarse en momentos de ansiedad. (Foto: Adobe Stock)

Sin pretender nada

Como otras enseñanzas filosóficas, espirituales y esotéricas también, el estoicismo asegura que no controlamos lo que ocurre fuera de nosotros, pero sí podemos decidir nuestras reacciones ante ello. Las frases de sostén nos ayudan a recordar que siempre podemos elegir cómo responder ante cualquier circunstancia. Crear nuestras propias máximas es una manera de reafirmar este control interno.

“Si te duele alguna cosa exterior, no es esto lo que te molesta, sino tu juicio sobre ella. Y está en tu poder borrar este juicio ahora mismo.”(Meditaciones VIII.47). ”El alma se tiñe del color de tus pensamientos.”(Meditaciones V.16) “La perfección del carácter consiste en esto: en vivir cada día como si fuera el último, sin prisa, sin apatía, sin pretender nada.” (Meditaciones VII.69). Estas son algunas de sus “sugerencias” más aplicadas por quienes toman el estoicismo como el marco desde donde comprender la vida.

“Todos debemos aprender a ser nuestros propios maestros, porque nadie puede vivir bien por nosotros”. Esta frase, que parece sacada del boom de la vieja new age que tanto se ha tergiversado convirtiéndola en un autoconocimiento banal, es de Séneca, otro gran filósofo que nos legó su sabiduría en forma de máximas para desarrollar una vida con más sentido. Él insistía que la filosofía no debería ser considerada como algo abstracto, sino como una herramienta práctica de crecimiento personal y la autorreflexión. ”Dedica algún tiempo cada día a ser tu propio amigo, a reflexionar sobre tus acciones, a aprender a vivir bien. Porque nada nos pertenece, excepto el tiempo y la mente”, escribía en Cartas a Lucilio 53.3

Osho también hablaba mucho sobre la creación de afirmaciones o frases personales que resonaran con la experiencia interna de cada individuo. Decía que los mantras o afirmaciones deben tener un significado profundo para cada persona, y que deben ser creados o seleccionados desde una conciencia interna. En The Book of Secrets nos dice:

“El mantra no es algo fijo. Debe resonar con tu ser. Si repites algo sin sentido para ti, no tiene efecto. Si sientes profundamente una palabra, un sonido, eso se convierte en tu mantra”.

Hace un tiempo, en Esencia y sentido, compartíamos una nota que hablaba sobre el poder de la oración y la diferencia entre Rezar y orar y justamente refexionábamos sobre por qué a veces, rezar o pronunciar mantras puede colaborar con nuestras intenciones o pedidos y ser también una especie de atajo para modificar nuestro estado de interno.

“Rezar, orar, reconectarnos con aquello que está disponible para colaborar en nuestro camino cambia nuestro estado de conciencia. Nos recuerda nuestra pequeñez ante algo más grande, colabora para que podamos regresar a nuestro eje, acalla la narración interna de pensamientos incesantes. Orar nos ayuda a dialogar con nosotros mismos en una frecuencia más alta, a aprender a pedir desde un mejor lugar corriéndonos del miedo, del dolor, de lo que consideramos injusto, de la victimización. Rezar y orar nos renueva y nos devuelve la paz” Esa publicación se llamaba “Pedir, agradecer y rezar. Necesitamos poner nuestras herramientas en funcionamiento”

A lo largo de los siglos, muchos referentes de las distintas ramas de la sabiduría y de las ciencias sagradas nos fueron proponiendo prácticas espirituales y filosóficas para usarlas como una guía que nos permita experimentar esta vida con más plenitud y sentido.

La verdadera filosofía está en las acciones

Las palabras tienen poder y nuestras acciones aún más. Necesitamos ejercer la coherencia para que todas nuestras partes se reencajen y podamos ser seres más íntegros.

“No es necesario sólo conocer la filosofía, sino vivirla. La verdadera filosofía no está en las palabras, sino en las acciones”, afirmaba Musonio Rufo, un maestro estoico muy respetado, también abogaba por ser tu propio filósofo a través de la disciplina personal y el autocuidado.

En Meditaciones, Marco Aurelio nos aconsejaba: “Haz sólo lo que sea justo. Habla sólo lo que sea verdadero. Piensa sólo lo que sea noble”. Y mientras vamos creciendo como individuos, debemos saber que en paralelo, nuestro propósito superior también está en nuestro aporte a lo humano en su totalidad, a esas comunidades que podemos empezar a gestar desde una nueva conciencia. Necesitamos pensar más allá de nosotros mismos de forma prioritaria porque “lo que no es útil para la colmena, no es útil para la abeja”.

Que en este tiempo de incertidumbre y de transformación encontremos nuestras propias certezas para que nos permitan estar en pie, sobre la superficie y conectados con algo más grande que nosotros y especialmente con los otros.

Que así sea.

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