Los frutos secos son una fuente excelente de grasas saludables y otros nutrientes esenciales, lo que los convierte en un componente valioso de cualquier dieta equilibrada. Sin embargo, la forma en que los almacenamos puede influir significativamente en su frescura y valor nutritivo.
Los frutos secos, aunque pequeños, son un concentrado de grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas, que son beneficiosas para la salud del corazón. Según explicó a Real Simple Amy Reed, vocera de la Academia de Nutrición y Dietética norteamericana, estas grasas, sin embargo, son susceptibles a la oxidación cuando se exponen a la luz, el calor y el aire. La oxidación es el proceso mediante el cual las grasas saludables se vuelven rancias, afectando tanto el sabor como el olor de los frutos secos. Cuando esto ocurre, no solo se pierde el agradable sabor característico de estos alimentos, sino también parte de sus beneficios nutricionales.
Las grasas insaturadas, presentes en grandes cantidades en frutos secos como las almendras, nueces y pistachos, son particularmente frágiles. En climas cálidos o durante estaciones de altas temperaturas, la tasa de oxidación puede aumentar, haciendo que los frutos secos se echen a perder en tan solo un mes si se almacenan a temperatura ambiente. Este fenómeno subraya la necesidad de un almacenamiento adecuado para prolongar la vida útil y la calidad de los frutos secos.
Los expertos coinciden en que una de las mejores formas de preservar la frescura de los frutos secos es guardarlos en la heladera o, aún mejor, en el congelador. Al mantenerlos a bajas temperaturas, se reduce significativamente la velocidad de oxidación, lo que ayuda a mantener intactos tanto el sabor como el valor nutricional de los frutos secos por un periodo mucho más largo.
Recomendaciones de los expertos sobre el almacenamiento de los frutos secos
“Las grasas insaturadas de los frutos secos son más frágiles y por eso se pueden echar a perder más rápidamente”, explica Reed. En climas cálidos o durante estaciones más calurosas, esta vulnerabilidad se acentúa, lo que puede llevar a que los frutos secos se vuelvan rancios en tan solo un mes si se dejan a temperatura ambiente.
En términos generales, los frutos secos almacenados en la heladera pueden durar hasta seis meses antes de que comiencen a ponerse rancios. Esto se debe a que las bajas temperaturas ralentizan significativamente el proceso de oxidación, manteniendo las grasas insaturadas en un estado más estable. En comparación, los frutos secos guardados a temperatura ambiente tienen una vida útil mucho más corta, de entre uno y tres meses, dependiendo del tipo de fruto seco y las condiciones de almacenamiento.
Guardarlos en el freezer puede extender su vida útil hasta un año, especialmente si se almacenan en un recipiente apto para congelador con la menor cantidad de aire posible para evitar las quemaduras por congelación.
Para aquellos que prefieren mantener sus frutos secos a temperatura ambiente es fundamental almacenarlos en un recipiente hermético y mantenerlos alejados de la luz y el calor para prolongar su frescura tanto como sea posible. Tostarlos es otra opción que prolonga su estado, aunque no tanto como las bajas temperaturas, explica Reed.