Los estallidos vinieron en pares, una ráfaga de cinco o seis en total. El ex mandatario se dio una palmada en la oreja, como si hubiera oído un mosquito. Luego encogió los hombros y se agachó.
“¡Bájense, bájense, bájense!”, gritaron los agentes del Servicio Secreto mientras subían corriendo al escenario y lo rodeaban. La multitud gritó. Otra ráfaga de sonidos de disparos. Más gritos. Las personas en las gradas detrás de Trump se movieron, sin saber adónde ir. Las personas sentadas o de pie se agacharon o saltaron al suelo.
Más agentes del Servicio Secreto vestidos de traje corrieron al escenario, luego hombres vestidos de negro con chalecos antibalas y cascos, y portando rifles de asalto. La multitud gritaba confundida.
“¿Estamos bien?”, dijo uno de los oficiales, audible desde el micrófono del podio. “El tirador está abatido”, respondió otro.
El agente especial del FBI Kevin Rojek afirmó que Trump fue víctima de un “intento de asesinato” y que se hallan “cerca” de identificar al autor de los disparos.
El ex mandatario de 78 años fue sacado del escenario con el rostro ensangrentado después de un tiroteo en Butler, Pensilvania (norte), mientras que el tirador y un transeúnte murieron y dos espectadores resultaron gravemente heridos.
El candidato republicano levantó el puño desafiante mientras lo llevaban a un lugar seguro y luego dijo: “Me dispararon una bala que desgarró la parte superior de mi oreja derecha”.
“Tras numerosos intentos de eliminar al candidato Trump de la arena política utilizando en primer lugar todas las herramientas legales – tribunales, fiscales, intentos de descrédito político -, es obvio para todos los observadores externos que su vida está en peligro”, declaró Peskov, añadiendo sin embargo que “no creemos en absoluto que el intento haya sido organizado por el poder actual”.
Infobae