Se habla mucho de la dieta mediterránea. Incluso, de la atlántica. En general, está claro que es esencial comer de una forma saludable, dando prioridad a los alimentos de proximidad, sobre todo frutas, verduras y proteínas y grasas saludables. Darle a todo eso un nombre es secundario, pero a veces puede ayudar a que la gente se informe, adquiera algo de educación nutricional y elija los alimentos a conciencia. Por eso, no está mal que ahora se empiece a hablar de dieta japonesa.
Si pensamos en Japón, posiblemente nos vengan a la mente personas muy longevas. No es para menos, pues casi todos los años suelen encabezar el ránking de los países con mayor esperanza de vida. De hecho, en territorio japonés se encuentran lugares catalogados como zonas azules, por albergar a una gran cantidad de personas centenarias. Es, por ejemplo, el caso de Okinawa.
En qué consiste la dieta japonesa
La comida japonesa tradicionalmente se compone de alimentos no procesados y grandes cantidades de cereales y verduras.
Algunos de los platos básicos de la cocina japonesa incluyen:
- Arroz
- Pescado
- Fideos
- Verduras
- Mariscos
Algunos de los componentes alimentarios menos conocidos de la cocina japonesa incluyen:
- tofu
- frutas
- Algas marinas
- Huevos
- Carne
¿Pueden estos alimentos en su conjunto aportar beneficios extra?
Para responder a dicha pregunta, los autores de esta investigación entrevistaron a 1.636 personas japonesas con edades entre los 40 y los 89 años. En primer lugar, tuvieron que anotar todo lo que comían y bebían durante tres días. Además, se les dio una cámara desechable para que hiciesen fotos de sus platos antes y después. Así, también se podían calcular las dosis.
Por otro lado, se los entrevistó sobre sus hábitos y se los sometió a pruebas de sangre para comprobar si tenían predisposición genética a la demencia u otras formas de deterioro cognitivo.
De todas esas personas, 589 siguieron la dieta japonesa, mientras que 697 llevaron a cabo una alimentación más occidental, con muchos carbohidratos refinados, carne roja y alimentos procesados. Finalmente, 350 personas siguieron una dieta independiente, rica sobre todo en verduras, frutas y lácteos.
Durante dos años todas esas personas se sometieron a una resonancia magnética en la que se midieron sus niveles de atrofia cerebral. Esta consiste en una reducción de las neuronas en ciertas zonas del cerebro, que se puede asociar con la demencia. Curiosamente, la atrofia fue significativamente más alta en el grupo de alimentación occidental, mientras que las personas con dieta japonesa parecían estar más protegidas.
Aun así, Japón está lleno también de hombres centenarios. Por eso, estos científicos creen que vale la pena estudiar más a fondo su dieta, por si fuese especialmente beneficioso aumentar el consumo de algunos de sus ingredientes en occidente.