Cuando hablamos de hacer alguna dieta, en general, los nutricionistas solemos orientarnos más hacia los cambios a mediano plazo, la formación de hábitos y la relación saludable con la comida, pero ¿esto significa que las dietas estrictas no funcionan?
En realidad, el punto es que no podemos ni debemos vivir restringiéndonos, la idea es que nos alimentemos de forma responsable, pero, en ocasiones, no está mal acudir a una “dieta” con pocas opciones, diagramada de forma saludable por un profesional que nos indique como hacerla o, como a mí me gusta llamarlas, “dietas cerradas”.
En mi caso, suelo utilizar este tipo de dietas en 3 situaciones:
- Cuando quiero evitar que un paciente “sobrepiense” su alimentación, en este caso, se arma un plan intermedio, donde no tenga todas las opciones disponibles, pero tampoco sea extremadamente reiterativo.
- Cuando el paciente no está pudiendo avanzar y “no encontramos el por qué”, en ese caso suelo dar planes con opciones cerradas, la famosa “dieta” por unos días. De esta forma, tal vez no encontremos el por qué no avanzaba, pero si vamos a poder mover la aguja y retomar la motivación.
- Cuando el paciente refiere que le cuesta sostener los hábitos al corto plazo, suelo usar planes cerrados para un par de veces por semana y así evitar que “se olvide” que se esta cuidando.
Cómo y por qué realizar este tipo de dieta
Como comenté anteriormente, lo ideal es realizarlo con un profesional de la salud que se ocupe que esa “dieta” (que, por supuesto, será baja en calorías y, en consecuencia, carente de algunos nutrientes) y que tenga una calidad, distribución y tiempo de duración coherentes para no comprometer nuestros niveles de energía, procesos metabólicos y masa muscular.
Puede haber miles de motivos válidos acerca del por qué realizarla y cada persona puede encontrar el suyo, pero mi pensamiento como profesional me lleva a lo siguiente: una persona inicia un tratamiento con un objetivo y una motivación, la famosa “zanahoria”. No siempre, pero es muy común, que en algún momento los avances se enlentezcan, detengan, o incluso que se retroceda. Ahí es donde se hace fuerte nuestro trabajo como profesionales, en evitar que la persona se frustre y abandone y no alcanza con recordarle los objetivos, hay que ofrecer una solución.
En esos casos son en los que yo apoyo el uso de “dietas restrictivas”, pero, repito, por un periodo corto de tiempo, con seguimiento profesional y siendo 100% sinceros en que NO es lo que esperamos ni indicamos como normalidad.