Luego de los sangrientos ataques narcoterroristas en Rosario, que en menos de 72 horas se cobró la vida de dos taxistas y un chofer de colectivo pelea por su vida, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, intentó desembarcar en la ciudad con refuerzos federales y de las Fuerzas Armadas.
Sin embargo, se encontró con la negativa de los militares. «Me parece algo sumamente descabellado y sin ningún asidero», dijeron fuentes castrenses a LPO que recordaron que para ello, habría que reformar varias leyes que impiden que intervengan en asuntos internos.
La resistencia militar enfureció a Bullrich quien le recriminó al ministro de Defensa, Luis Petri, en todos los idiomas, pero no pudo torcer la decisión de las Fuerzas.
En consecuencia, Bullrich tuvo que conformarse con que los militares pongan a disposición camiones, camionetas, drones y helicópteros que serán operados por agentes de las fuerzas federales.
No es poco. Cuando asumió la gestión de Pullaro se encontró que en Rosario la policía contaba con menos de 40 patrulleros funcionando y en tres meses lograron aumentar la flota a 140 y creen que faltan el doble de vehículos para garantizar la presencia policial en las calles.
Un problema similar tuvo que enfrentar la ministra Bullrich. Muchos de los autos que están usando las fuerzas federales destinadas a la ciudad fueron cedidos por la provincia.
Por ello, la llegada de más de 100 vehículos militares es un aliciente para la ajustada logística que tienen los distintos niveles del Estado aunque el viejo anhelo del Ejército comprometido con la guerra narco, no podrá ser.