Lamentablemente, la mayoría de las relaciones íntimas termina de manera desigual. Con demasiada frecuencia, uno quiere irse, mientras que el otro todavía está apegado.
“Ya no siento lo mismo que al principio”, “me fue infiel”, “la quiero, pero no estoy enamorado”, “me enamoré de otra persona”, “ya no lo aguanto”… Motivos para que una pareja se rompa hay muchos. Aunque seguramente el más frecuente sea el fin del amor para, al menos, uno de los miembros de la relación.
Ninguna relación termina de forma repentina, sino que las señales se presentan de a poco e inician cuando se da la desconexión emocional.
“A diario veo con mucha tristeza cómo relaciones que nacieron con mucha seguridad y proyección se desgastan y deterioran silenciosamente”, cuenta la psicóloga clínica y coach estratégica Catalina Echavarri,
El desgaste, un mal que viene con los años
Toda relación sentimental sana genera felicidad, satisfacción e implica un cierto grado de diversión, aunque los miembros de la pareja sean personas serias. Forma parte de la intimidad pasarla bien juntos sin necesitar nada más, al igual que intentar sorprender de maneras muy distintas a la pareja.
Cuando la relación se prolonga en el tiempo, es común que se normalice y los intentos de sorprender se reduzcan, “pero si nunca la pasamos bien, ya no realizamos actividades de ocio y no vemos la necesidad de innovar en nuestra vida en pareja, probablemente se deba a que ya no somos capaces de divertirnos juntos”, opina la experta.
El “ya no es como al principio” es el lamento de muchas personas que sienten que se les acabó el amor por su pareja. Aunque si eso pasa cuando llevan un año o dos, “hay que plantearse qué veía uno en esa persona, porque nadie pasa de ser perfecto a un desastre en tan poco tiempo”, explica Isabel Menéndez psicoanalista y autora del libro La construcción del amor (Espasa).
Las disputas continuas y constantes desgastan cualquier relación. Sin embargo, con demasiada frecuencia, solo uno está lo suficientemente desestabilizado como para querer irse. Algunas personas son capaces de tolerar la tensión mejor que otras.
Qué pasa con las personas que dejan
Las personas que dejan también sufren y pasan por su proceso de duelo. Quien deja también pasa por un miedo a un futuro solo y la culpa de sentir el dolor que el otro está sintiendo como consecuencia de su decisión.
Cuanto mayor sea el tiempo que lleva la pareja, mayor será la dificultad y el miedo a dejar al otro. Aunque el dejador tenga claro que quiere hacerlo, si siente dudas por lo culpable que se siente, pasará por un terrible infierno.
“Si crees que no estás con tu media naranja, puede que tengas razón. Habrás luchado por volver a enamorarte, a sentirte más cerca, pero ves que eso no vuelve más”, explica la terapeuta Rhonda Milrad. Según esta psicóloga, la sociedad nos condiciona a usar la voz de la razón, pero el instinto es incluso más poderoso de lo que pensamos.
Si se da la ruptura, hay que pensar que esta es la oportunidad de iniciar de nuevo, aprender de las fallas que existieron en la relación y continuar adelante.